Incendio en el Teatro del Liceo de Barcelona (1861)

 

Barcelona se levantaba recientemente ese 1861 con una reforma urbanística que, años después, sería conocida como l’Eixample de Barcelona. Su inventor, propulsor e ideólogo sería Ildefons Cerdà, arquitecto barcelonés. La ciudad tiraba abajo sus murallas medievales que no dejaban respirar a la capital catalana y capital, también, de un incipiente tejido industrial y burgués. El concepto de higiene, versatilidad, utilidad, orden, movilidad y vías de comunicación entroncaba con ese nuevo proyecto visionario.

 

Y fue entonces cuando ocurrió el desastre. En esa capital, amalgama de corrientes urbanísticas, revoluciones obreras y desarrollo industrial, vio como un 9 de abril de 1861, el Gran Teatre del Liceu, se quemaba por completo.

 

Justo casi 14 años después de su inauguración, el 5 de abril de 1847, donde se programó la obra Don Fernando el de Antequera, del dramaturgo Ventura de la Vega, el edificio colapsó y se sumió en sus propias cenizas.

El edificio, ideado por los arquitectos Miquel Garriga i Roca y Josep Oriol Mestres, fue construido sobre las ruinas del Convento de los Trinitarios Descalzos. Tenía un aforo de unas 4.000 personas. Disponía de un salón de entreactos, salas para cafés, armería, vestuarios, talleres de carpintería y sastrería, entre otras dependencias. Todo ello decorado con pinturas que retrataban alegorías de la comedia, tragedia, música y baile.

 

Se estima que el origen del incendio tuvo lugar en uno de los talleres de sastrería del cuarto piso. Recordemos que la estructura interior del teatro era, en gran parte, hecho de madera.

 

El incendio se produjo hacia las 19:15 de la tarde. En un primer momento, se buscaron las llaves para activar los depósitos de agua, pero no fue suficiente. El incendio se propagó hacia el almacén de trajes y, desde allí, conectó con la entrada del palco escénico. Entonces, el fuego se extendió por bastidores y bambalinas con mucha rapidez. Se intentó, en vano, cortar las cuerdas de los telones para sofocar el incendio, pero ya era demasiado tarde. Media hora después, las llamas ya alcanzaban el escenario principal.

 

 

La propagación del incendio fue tan rápida que peligraban los edificios colindantes al teatro. La radiación del humo y de las llamas obligaron a algunos vecinos a sacar muebles y utensilios de sus casas por las ventanas para poder salvarlos, colocándolos en el centro de las Ramblas o en la Plaza de la Boquería.

 

En el momento del incendio se encontraban algunos actores, músicos y un número reducido de público que se salvaron del incendio y, mientras evacuaban el teatro, tuvo lugar el desplome de la gran armadura central, produciendo un horroroso estruendo.

El viento también jugó un papel importante en la propagación del incendio. Cuando se creía que se tenía el incendio controlado, a las 22:00 de la noche, empezó a soplar un viento sumamente fuerte, lo que provocó una reignición del incendio. Los bomberos y las tropas militares trabajaron sin descanso para sofocar el incendio. Tiraron y derribaron lienzos enteros para sofocar las llamas. Del fastuoso incendio se salvaron el salón, el casino y el café, y los instrumentos de los músicos.

No fue hasta las primeras horas de la mañana cuando el incendio se controló. Las bombas de los bomberos trabajaron sin parar, todas ellas conectadas a las diversas fuentes existentes de la ciudad, una de ellas en la cercana Plaza Real.

 

En la sofocación del incendio participaron miles de personas, desde eclesiásticos hasta vecinos mismos del barrio. Las tropas militares se retiraron cuando se les entregó a los vecinos los muebles y enseres personales que habían sacado de sus hogares.

 

A los dos días del incendio, se anunció por parte de la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, una reconstrucción integral del edificio, con las mismas condiciones de grandiosidad, elegancia y mejorando la seguridad e incombustibilidad de los materiales, lo que se traduciría en utilizar el hierro como material principal en cubiertas, armaduras y palcos. Desafortunadamente, ese no fue el único incendio sufrido por el Liceu. Pero esa, ya es otra historia.

 

 

 

Ivan Matavera Martinez
Planes de Emergencia y Autoprotección
www.ivanmatavera.com 
[email protected]

 

 

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