INCENDIO EN EL TEATRO NOVEDADES (1928)
“Triste, muy triste, que cuando la previsión oficial, los reglamentos para espectáculos y todas las ordenanzas relativas a evitar accidentes parecen haber llegado a un extremo de perfección, surja una catástrofe que pone de manifiesto cómo es letra muerta mucho de lo que existe escrito y cómo no se cumple cuando debería ser cumplido con exigencia, no ya severamente, sino hasta con crueldad”. Así abre el diario El Imparcial en su edición del 25 de septiembre de 1928 para relatar, la tragedia acaecida en el Teatro Novedades de Madrid.
Ubicado en la calle Toledo, 83 y Santa Ana, 6, el Teatro Novedades era muy conocido y respetado en aquella época. No obstante, en diferentes crónicas posteriores al incendio, la crítica a la estructura de maderamen era casi unánime en buena parte de la prensa. No tan sólo eso sino también en sus condiciones de salida, evacuación, tramos angostos de escaleras, iluminación, carencia de extintores, entre otros.
Aquel domingo por la tarde se representaba una zarzuela llamada “La mejor del puerto”. Empezó la segunda sesión hacia las siete de la tarde y el teatro estaba abarrotado de gente. Acabado el primer acto, tuvieron que cambiar de escenario. Era un escenario que simulaba la Feria de Abril, con muchas luces que colgaban de los bambalinones de lado a lado del escenario con farolillos de papel. Esos farolillos se iluminaban con luz eléctrica que provenía de los telares a través de innumerables empalmes eléctricos. Cuando ya estaba acabado el siguiente escenario, uno de los empleados gritó: “¡Fuego!”. Eran, aproximadamente, las nueve de la noche. El jefe de maquinaria ordenó rápidamente tirar la decoración encendida para evitar la propagación. Los empleados soltaron las cuerdas para que cayeran al escenario, pero ya era demasiado tarde. Las llamas ya habían prendido buena parte de la decoración y desde platea, empezaron a oler a quemado al mismo tiempo que salía humo por debajo de los telones de boca.
En un primer momento, para que no cundiera el pánico, la orquesta siguió tocando, pero pocos minutos después, el telón de desprendió en llamas hasta el escenario. A partir de ese momento, la necesidad de evacuar el teatro por parte de los asistentes se convirtió en su primer objetivo. Sin embargo, la estructura del teatro no estaba pensada ni para sectorizar un incendio ni para facilitar la evacuación de los asistentes, y menos aún para mantener la iluminación en caso de incendio. Y es entonces cuando el teatro se quedó sin luz. La desesperación fue tan grande que algunos de los espectadores ubicados en los anfiteatros saltaban hacia el patio de butacas, huyendo del fuego y cayendo sobre las cabezas de otros. Hubo otras escenas de pánico en una de las escaleras donde se encontraron diversos cadáveres. Los pasillos estrechos y la falta de luz, hicieron el resto.
Los bomberos intensificaron sus esfuerzos, ya no tan solo en apagar el incendio del teatro sino también en evitar su propagación hacia las casas colindantes, las cuales eran hechas de madera en buena parte.
Estuvieron remojando las fachas con sus bombas de vapor hasta pasadas las once de la noche. No obstante, algunas casas sí sufrieron daños materiales, aunque se evacuó a sus huéspedes junto con sus muebles, trastos y enseres. Se hizo cortar la circulación de tranvías, dado que alguno de los espectadores que pudo evacuar, fue atropellado por uno de ellos en su desesperación de huir de aquel infierno.
El resultado de tan dramático incendio fue de 70 personas ¿fallecidas? e innumerables heridos. Uno de ellos, el director de orquestra, el sr. Cayo Vela, el cual actuó, junto con la compañía, días después en el Teatro Chueca, lo hizo con la cabeza vendada y recibiendo grandes ovaciones por parte del público. Se dio la casualidad de que, ese mismo día, el director del teatro, anunció una rifa para los damnificados. Para sacar un número al azar propuso que un niño subiera al escenario, pero uno de los asistentes gritó: “¡Que lo saque un bombero!”. Pero ningún bombero se encontraba en el teatro y eso indignó a los presentes. Aquel día, en el Teatro Chueca, no había ningún bombero de guardia, práctica habitual que se realiza, hoy en día, en algunos teatros.
Iván Matavera
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Profesional y técnico acreditado para la elaboración de planes de autoprotección por la Generalitat del gobierno de Catalunya. Trabaja en el ámbito de la planificación y la gestión de las emergencias desde hace más de 15 años. Con experiencia laboral en el campo de la protección civil (autoprotección, planes territoriales), informes de evaluación de condiciones de seguridad contra incendio de instalaciones, elaboración y levantamiento de planos en AutoCAD, formación en emergencias y planes de autoprotección, asesoramiento, apoyo y seguimiento en la realización de simulacros, reales o de despacho, entre otros aspectos de la protección contra incendios. Focalizado también en el comportamiento humano en caso de emergencias, la ingeniería del fuego y el comportamiento del humo y las estructuras. Actualmente, cursa el Master en Ingeniería y Protección contra incendios en la UNED.
