EXPLOSIÓN EN CALI (1956)

El tiempo se detuvo en la ciudad de Cali a la una y siete minutos de la madrugada, tal y como indicaban los relojes de los muertos.

Corrían los tiempos de la dictadura del Teniente Coronel Gustavo Rojas Pinilla que, entre otras cosas, era ingeniero civil. En su mandato, su política minera consistió en la construcción y proyección de grandes infraestructuras. De esta manera, empezó la exportación de ingentes cantidades de dinamita que atracaban en el Puerto de Buenaventura. Por aquel entonces, habitaban en Cali 389.567 personas, tal y como indica el Caliestadístico 450 años, al 1 de julio de 1956, publicado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística Regional de Cali (DANE). Esa estadística se rompería trágicamente pocos días después.

El 1 de julio de 1956, cuarenta y dos toneladas de dinamita llegaban al puerto de Buenaventura. Su destino final era Bogotá, con el objetivo de emprender unas obras públicas en la capital. El material había salido de Suecia a bordo del Stokölm, atravesando el Atlántico y pasando por el Canal de Panamá. Allí, en el Puerto de Buenaventura, seis camiones militares serían los encargados de transportar todo ese material hasta su destino.

La comitiva militar llegaría a Cali el 6 de agosto, entrada ya la tarde. Allí, después de algunas horas de discusión sobre qué ubicación encontrar para guardar la dinamita, se decide que los camiones aparquen en la plaza de la Estación Central del Ferrocarril del Pacífico, situada en la Carrera Primera con Calle 25. Cali era, en aquella época, un foco de rebelión y oposición hacia el dictador Rojas Pinilla.

Pasada la una de la madrugada y entrado ya en el 7 de agosto, una enorme explosión tuvo lugar en medio de la ciudad de Cali. Hoy en día, aún se desconocen las causas de dicha explosión. Según algunas crónicas, como la del diario El País, las consecuencias de la explosión fueron estas: “[…] a la hora indicada, una fuerte explosión voló las edificaciones, alojamiento de la Compañía destacada de la III Brigada, destruyendo 8 manzanas casi completamente y averiando seriamente por lo menos 3 más, fuera de daños menores en los edificios pues la onda explosiva llegó desde la calle 25 hasta la calle 12”.

En realidad, la catástrofe fue aún peor. Barrios enteros destrozados y desaparecidos a causa de la onda expansiva de la explosión. Personas hacinadas en medio de construcciones derrumbadas, rostros cubiertos de polvo, hollín, cenizas… Gente que lo había perdido todo en unos pocos minutos. Algunos incendios incipientes se sucedieron poco después de la explosión.

El cráter que provocó la explosión medía 50 m de ancho y 8 m de profundidad. Su radio de acción llegó aproximadamente hasta 1,4 km desde el epicentro. Afectó, aproximadamente, una superficie de 6 km2. El sismo fue de 4,1 grados en la escala de Richter. Muchísimas personas perdieron la vida, se habla de 4.000 personas. Pero el cálculo exacto nunca se podrá conocer dado que muchas de ellas desaparecieron a causa de la explosión, desintegradas o mutiladas. Restos humanos fueron enterrados en fosas comunes.

La Jefatura Civil y Militar del Valle del Cauca emitió sendos comunicados solicitando a aquellas empresas privadas que dispusieran de equipo pesado, contribuyeran a remover la tierra y así poder sacar de los escombros a posibles víctimas de la explosión.

La tragedia sacudió, no solamente a una ciudad, sino a toda Colombia. En una época convulsa (La Violencia, 1925-1958) que llegaba a su fin, la tragedia sacó lo mejor de los cuerpos de emergencias y organismos de rescate que trabajaban en condiciones precarias, y la solidaridad de centenares de caleños que ayudaron voluntariamente en esas tareas de rescate.

Iván Matavera
[email protected]
www.ivanmatavera.com
Profesional y técnico acreditado para la elaboración de planes de autoprotección por la Generalitat del gobierno de Catalunya. Trabaja en el ámbito de la planificación y la gestión de las emergencias desde hace más de 15 años.
Con experiencia laboral en el campo de la protección civil (autoprotección, planes territoriales), informes de evaluación de condiciones de seguridad contra incendio de instalaciones, elaboración y levantamiento de planos en AutoCAD, formación en emergencias y planes de autoprotección, asesoramiento, apoyo y seguimiento en la realización de simulacros, reales o de despacho, entre otros aspectos de la protección contra incendios.
Focalizado también en el comportamiento humano en caso de emergencias, la ingeniería del fuego y el comportamiento del humo y las estructuras.
Actualmente, cursa el Master en Ingeniería y Protección contra incendios en la UNED.

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Soy María Celina González Lizardi, Ingeniera en Administración de Obras con Posgrado en Gerencia de

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