El 18 de enero de 2022, en torno a las 23:21 h., se declaró un incendio en una residencia de personas mayores de Moncada (Valencia). Cuando escribo este artículo, existen dos hipótesis sobre las causas del fuego. Una de ellas es una anomalía eléctrica en uno de los tomacorrientes de la habitación de la residencia. La otra hipótesis es un cortocircuito en la conexión de la botella de oxígeno, también en una de las habitaciones de la residencia.
Sea como fuere, el incendio se propagó por la totalidad de la planta afectada. La habitación quedó completamente destruida e, incluso, parte de la fachada quedó dañada. El resultado del incendio fue la muerte de ocho residentes. En el momento del siniestro, según el diario Levante, habían 81 residentes, de los que 25 fueron evacuados por los bomberos.
El incendio ocurrió por la noche. ¿Y qué ocurre en las residencias de personas mayores por las noches? Pues, en mi opinión, hay poco personal para cuidar de los residentes. De hecho, esta situación está regulada en Cataluña por el Decreto 176/2000, de 15 de mayo, de modificación del Decreto 284/1996, de 23 de julio, de regulación del sistema catalán de servicios sociales.
En este Decreto se puede leer en el artículo 4.3:
“2.3.2.- Servicios de centros residenciales para personas mayores, b) Servicios de residencia asistida: “En horario nocturno, el personal de atención será de una persona hasta 35 residentes, además de una persona localizable, de 36 a 80 residentes, dos personas; de 81 hasta 110 residentes, dos personas, además de una localizable; de 111 a 150 residentes, tres personas; a partir de 151, tres personas más otra por cada 50 residentes o fracción”.
Asimismo, el número de camas por superficie también está regulado por el Decreto 205/2015, de 15 de septiembre, del régimen de autorización administrativa y de comunicación previa de los servicios sociales y del Registro de Entidades, Servicios y Establecimientos Sociales. Podemos leer en el Anexo 1. Condiciones materiales mínimas de los establecimientos donde se prestan servicios sociales, en el artículo 5.2.5 Espacios dormitorio, el siguiente:
Superficies
a) Dormitorio individual: 8 m2
b) Dormitorio doble: 12 m2
Los dormitorios dobles deben disponer de elementos de separación entre camas de una altura mínima de 2 metros, para garantizar la intimidad.
Los establecimientos deben disponer de un dormitorio individual por cada 10 dormitorios dobles y, para capacidades inferiores a 10 dormitorios, debe haber como mínimo uno individual.
No se permiten dormitorios de más de 2 camas
Por tanto, podemos ver con esta distribución que, como máximo, pueden haber 2 residentes por habitación. Esto, si seguimos los criterios establecidos por la Generalitat de Catalunya en su Decreto 176/2000, pueden existir residencias con 17 habitaciones dobles y una individual, como máximo, donde sólo haya una persona físicamente presente en la residencia. El Decreto habla de una persona “localizable”. Obviamente, esta persona puede no estar físicamente en la residencia. Por tanto, la gestión de una emergencia y, en este caso, de un incendio, sólo la podrá realizar, en los primeros minutos, la persona que esté presente en la residencia. Y ahora, una pregunta, ¿cómo se evacuan 35 residentes con un incendio declarado e incontrolable? ¿Es posible y viable evacuar por las noches a 35 residentes, la totalidad de los cuales seguramente estarán en sus camas y con algunos residentes que seguramente tendrán movilidad reducida? La respuesta, para mí, es un no rotundo. Entonces, ¿cómo se soluciona esta problemática?
El análisis de los riesgos en el Plan de Autoprotección (PAU) de una residencia debe incluir, forzosamente, los incendios o emergencias en cualquiera de los turnos de trabajo de estas instalaciones. Y también, los elementos vulnerables que tenga en el entorno, como es el caso de esta residencia de Moncada, que comparte finca con un edificio educativo. Normalmente se suele dividir los turnos entre mañana, tarde y noche. En horario diurno, las residencias pueden tener cubierto, más o menos, buena parte de los espacios de residencia. Es decir, pueden disponer de personal suficiente para hacer frente a un incendio, dar avisos y, si es necesario, trasladar a los residentes a otro lado de la residencia. Pero, ¿qué ocurre por las noches? ¿Cuál es el mayor problema que tienen las residencias de personas mayores cuando se declara un incendio?
Y cuando hablamos de residencias, podemos incluir también todos aquellos edificios que el Código Técnico de la Edificación (CTE) les declara como uso hospitalario, es decir, edificio o establecimiento destinado a asistencia sanitaria con hospitalización de 24 horas y que están empleados por personas que, en su mayoría, son incapaces de cuidarse por sí mismas, tales como hospitales, clínicas, sanatorios, residencias geriátricas…, en su Anexo A. Terminología.
Una vez hayamos identificado los riesgos y establecido los posibles escenarios, deberemos proponer unas medidas correctoras para, como mínimo, minimizar los riesgos y aumentar la seguridad, tanto de los residentes y trabajadores, como de la instalación.
El CTE está muy claro en sus aspectos de sectorización. Sin embargo, muchas veces nos enfrentamos con residencias construidas más allá incluso de la CPI-96.
Como técnicos, cuando vemos que tenemos edificios más antiguos que la propia normativa contra incendios, es lícito, en mi opinión, proponer las medidas que la normativa actual establezca. Otro problema que podemos encontrarnos es el presupuesto económico que pueden tener las direcciones de las residencias. En este caso, siempre podemos proponer una sectorización parcial por planta. Es decir, disponer de dos sectores de incendio para poder realizar una evacuación horizontal a través de puertas que separen el área del incendio con un área segura y sin humos.
Cuando hablamos de evacuación, estamos hablando de al menos realizar esta tarea entre cuatro personas. Por tanto, no siempre podremos trasladar a los residentes de un sector a otro, sobre todo si no tenemos suficiente personal como es el caso de los turnos nocturnos.
Debemos partir de la premisa, pues, que este tipo de edificios no son evacuables. Llegados a este punto, las habitaciones serán los lugares de confinamiento más seguros para los residentes, para que éstos no respiren el posible humo que pueda afectar a su planta. Una puerta cerrada, incluso una chapa, siempre será más eficaz que una puerta abierta y con posibles cuñas evitando su cierre.
En el incendio de Moncada, los bomberos se encontraron residentes en medio de los pasillos y, éstos, respiraron el humo, el cual es altamente tóxico, inflamable y que puede estar a altas temperaturas; aparte de su poder calorífico que puede iniciar focos secundarios en otros espacios del edificio en contacto con otros elementos combustibles. El humo tenderá a bajar de cota, ya que si no puede salir se irá acumulando en el techo y descendiendo hasta convertir la atmósfera irrespirable. Otra cosa que sucedió en Moncada es que la evacuación fue realizada mayoritariamente por personal del servicio de emergencias. Obviamente, la evacuación, según declaró el jefe del parque de bomberos de La Pobla de Farnals, “fue muy complicada porque muchas personas no podían moverse”. Este hecho, el de la movilidad reducida, está comúnmente presente en este tipo de edificios (hospitales, centros de día, residencias de personas mayores, entre otros).
Por tanto, la única manera que tenemos para minimizar los efectos de un incendio será la presencia de sectores de incendio, un buen sistema de detección de incendio que nos pueda avisar precozmente del inicio de éste y una buena organización en emergencias, que debe estar implantada correctamente gracias al PAU.
La organización es básica para que el personal asignado sepa a qué número de emergencias llamar, siga el protocolo designado para estos casos y traslade la información a los equipos de emergencia que puedan acudir. Estos tres factores son claves para dar una respuesta eficaz y rápida al peligro que supone que un incendio pueda propagarse libremente por un edificio. Y, además, con presencia de personas que no pueden moverse por sus propios medios, sino que dependen del personal trabajador de este tipo de instalación.
Una residencia será siempre un edificio vulnerable. Hay que cuidar a la gente mayor, a todos aquellos que, cuando eran jóvenes, nos han cuidado, criado y protegido. Y también es necesario formar e informar a las direcciones de estos centros de la importancia que tiene proteger el edificio estructuralmente e implantar unas fichas de actuación para que la respuesta a las emergencias minimice los efectos nocivos, ya sea de un incendio, una inundación o cualquier otra emergencia.
Iván Matavera
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Profesional y técnico acreditado para la elaboración de planes de autoprotección por la Generalitat del gobierno de Catalunya. Trabaja en el ámbito de la planificación y la gestión de las emergencias desde hace más de 15 años.Con experiencia laboral en el campo de la protección civil (autoprotección, planes territoriales), informes de evaluación de condiciones de seguridad contra incendio de instalaciones, elaboración y levantamiento de planos en AutoCAD, formación en emergencias y planes de autoprotección, asesoramiento, apoyo y seguimiento en la realización de simulacros, reales o de despacho, entre otros aspectos de la protección contra incendios.Focalizado también en el comportamiento humano en caso de emergencias, la ingeniería del fuego y el comportamiento del humo y las estructuras. Actualmente, cursa el Master en Ingeniería y Protección contra incendios en la UNED.